¿Cómo actuar cuando un niño se queja o pierde el control?

A través de este blog queremos trasladar a los padres, profesores, entrenadores, educadores en general…, pautas que aplicamos en BYBD para entrenar el carácter en los niños. Muchas de ellas son actuaciones sencillas que cualquiera puede emplear pero en las que también es fácil fallar, porque no todas las personas saben cómo actuar, ni todos podemos dar ejemplo y porque, aunque uno sepa lo que debe hacer, es difícil ser implacable en todo momento.

 

Cuando un niño pierde el control, se queja y hasta le inunda la ira (cuando pierde en un juego, por ejemplo), es fundamental corregirle de inmediato y sin excepción. Es más, si es posible hay que corregirle de forma preventiva en cuanto empezamos a ver que la cara se le tuerce.

¿Cómo? He aquí la cuestión.

  • Hay que hacer reflexionar al niño. Suelen perder el control quienes se sobrevaloran (esperan demasiado de sí mismos o no miden objetivamente sus posibilidades) y no han aprendido a dominarse. Es necesario trabajar la humildad de los niños desde pequeños como base de su carácter. El niño debe entender cuanto antes que siempre hay y habrá cosas en las que puede mejorar, que perder el control no ayuda a quien lo pierde sino todo lo contrario y que es mejor que esmerarse, trabajar y buscar soluciones a tu alcance.

En BYBD el niño entiende que nadie es perfecto.

Hay que ejercer autoridad e imponerse. Además de ayudar al niño a reflexionar, y para que esas reflexiones puedan ser efectivas, es importante:

– Servirle de ejemplo. No quejarnos, ni despotricar, ni perder nosotros el control… Si esto te sucede como adulto, es trabajoso pero puede cambiarse.

Ser constantes, implacables. Hay que permanecer alerta y aprovechar cualquier oportunidad, por pequeña que sea, para corregir al niño. Lo ideal es que esto se haga desde la más tierna infancia. Posteriormente es más difícil.
Por ejemplo, cuando el niño pone mala cara porque algo no le sale como quiere hay que pararlo en seco y hacerle reflexionar. Después de la mala cara llega la queja y con ella la frustración, los malos modos… Es como una espiral que se aprende, crece con la edad y cada vez se hace más virulenta e incontrolable.

No hacer excepciones. No buscar excusas para no actuar: no importa si estás agotado, si la queja es leve, si es la primera vez que sucede, si ha tenido culpa o no…

En BYBD no damos a los niños lo que quieren sino lo que necesitan.

A veces es difícil trabajar estas cosas en caliente, porque el niño no escucha. Si este es el caso, si nos encontramos con que el niño ya está despotricando o con mal humor es posible que tengamos que darle tiempo antes de hacerle reflexionar. No obstante, lo fundamental es que los educadores:

  1. no consintamos ni una mala cara o queja
  2. no perdamos la menor ocasión de hablar con el niño
  3. nos esforcemos en enseñarle a meditar sobre su comportamiento.