Tengo en la memoria las tristes escenas de esos padres, en su día grande, peleando a puñetazos en el campo de fútbol donde estaban jugando sus hijos de 12 años; y las últimas, en las que unos jugadores se lanzaban a pegar al público.

Los telediarios abren con la noticia y en las tertulias posteriores se buscan soluciones: “si se mezclaran los equipos en cada partido”, “si se prohibiese entrar a los padres”, “si hubiera más vigilancia policial”… Los clubes piden excusas y retiran a sus equipos de la competición, pero ¿se soluciona el problema?

He estado ligado al fútbol toda mi vida, antes como jugador y ahora como entrenador y formador; y he recorrido todas las categorías hasta Primera División. En este tiempo he visto cambiar muchas cosas y he aprendido una fundamental: el fútbol por sí solo no educa, son las personas quienes lo hacen o no.

El fútbol por sí solo no educa, son las personas quienes lo hacen o no.

Ninguna de las medidas que he comentado es efectiva porque no eliminan el problema de base. Las malas formas, que vemos en el fútbol y en tantos otros sitios, tienen su origen en una educación incompleta y es justo ahí donde hay que buscar la solución a todo tipo de violencia.

Para evitar comportamientos violentos hay que ir a la base del problema.

Me explico. En el colegio desarrollamos el intelecto, aprendemos conceptos y resolvemos problemas predecibles; pero no se nos enseña a manejar las emociones, ni a reaccionar frente a la incertidumbre inherente a la vida.

Los padres y los jugadores de la pelea saben sumar y escribir porque les han enseñado, pero ¿saben manejar la frustración o controlar la ira?

La buena noticia es que la dimensión emocional de las personas, que condiciona nuestro comportamiento y rendimiento, ahora puede educarse de manera formal usando metodologías Desarrollo Personal. Estas técnicas son desconocidas para el gran público, por eso no se han popularizado todavía.

Es necesario educar formalmente la dimensión emocional de las personas, para que aprendan a manejar sus emociones.

El fútbol, a todos los niveles, necesita clubes comprometidos con la educación no sólo deportiva, sino también emocional de los futbolistas. Entidades que logren que el futbolista, además de jugar bien, aprenda a: controlarse, cooperar, comunicarse consigo mismo y con los demás, afrontar la adversidad, vencer sus inseguridades, desarrollar actitud positiva, etc.; y que, yendo un paso más allá, hagan extensible esta formación a las familias de los futbolistas.

El fútbol necesita clubes comprometidos con la educación no sólo deportiva, sino también emocional del futbolista.

En BYBD llevamos un par de años trabajando con una metodología pionera, que fusiona entrenamiento y desarrollo personal; y que permite compartir parte del aprendizaje con las familias de los futbolistas.

Nuestra experiencia -clubes y padres lo confirman- es que con esta nueva forma de trabajo los futbolistas entrenan más motivados y mejoran su rendimiento, comportamiento y capacidad de cooperación, dentro y fuera del campo.

La metodología de BYBD fusiona entrenamiento y desarrollo personal, mejora al futbolista dentro y fuera del campo; y alcanza también a las familias.

El reto ahora, para erradicar la violencia en y desde el fútbol, es extender esta metodología formativa a la mayor cantidad posible de clubes, entrenadores, niños y sus familias. Estamos en ello 🙂